-¡2310 ciudades!- dijo el más abundante en canas- ¡2310 con sus innumerables casas, todas y cada una las hemos visitado y no hemos conseguido nada! En todas había gente despierta, en todas y cada una quedaba alguien rehuyendo el abrazo de Morfeo. ¿No duermen los hombres ya?¿No existe el deber, el respeto a las tradiciones? Cuando empezamos en esto la gente cumplía con su deber dejándonos hacer nuestro trabajo...
-Es cierto, de unos años para acá se ha extendido la costumbre de no respetar las tradiciones- continuó otro mientras se sentaba asumiendo la derrota-. Sólo piensan en ellos mismos, seguro que si tuvieran que cargar con estos sacos y hacer nuestro trabajo no acabarían vivos.
-Sabes que eso no es justo -le cortó el anterior-. No tienen nuestras cualidades, ninguno de ellos.
-¡Por eso! -exclamó el más joven mientras se levantaba de un salto- Aprovechémonos de nuestros dones...
-¿Qué pretendes?-fue la respuesta de los otros dos, entre curiosos y temerosos.
-Lo sabéis perfectamente-contestó dando un paso atrás-. Entramos por aquí y mientras yo les 'duermo' vosotros dejáis la mercancía, es fácil. Antes de irnos nos aseguramos que nadie pueda recordar lo sucedido y punto final.
-¡No!-gritó el mayor- Ya hablamos de esto hace años.
-Pero hay un reparto que hacer -argumentó bajando la cabeza-. ¿Qué haremos si no?
-Lo de siempre, volver a casa y esperar a que el próximo año haya suerte
-¿Es que nadie cree ya en nosotros?- dijo, y la pregunta sonó tan hiriente que no pudo más que callarse.
Tras un incómodo silencio prosiguió. -Es que no entiendo esa manía de los hombre de no creer las cosas que no pueden, o dicen no poder, probar, sólo porque les parecen demasiado mágicas.
-Ni yo amigo Baltasar, ni yo.
Jackie
0 comments:
Publicar un comentario
Piensa lo que dices, di lo que piensas.