Such Great Hights

Like a perfect gentleman.
Todo vuelve a la mejor de las normalidades. El balcón, la bahía sin peñacabarga ni puntales... Barcos entran, barcos salen. No siempre las cosas empiezan como quieres, a veces esperas poder estar todo el verano en tu balcón, contemplando la cambiante belleza de una bahía inmutable. Pero los hechos son otros y acabas teniendo que contentarte con salir un par de días, a tomar el pitillo de despues de comer, o a veces incluso sin fumar. Sí, es lo normal, el invierno debería haberme acostumbrado a ello, pero cuando esperas poder salir todas las noche cada noche que no lo disfrutas se sufre. Y aquí estoy con mi balcón real y alegórico, con su magia y sus encantos. No sé si serán las novedades, no sé si será el tiempo sin sentarme con tranquilidad a disfrutar de la noche, sólo sé que hoy todo luce mejor, las nubes se mueven rápido dando movimiento a mi perenne compañera. La cachimba es un completo acierto, no sé si lo es tanto el portatil, pero hoy no hay peros, todo sale a pedir de boca y aunque no me acabe la cachimba, aunque tenga toda la casa por recoger, hoy es un día completo y genial como habrá pocos. Es como la consumación de la reconciliación definitiva con el balcón, como el cambio de rumbo que hace que presientas que va a haber muchas noches así, y todo lo que esa noticia conlleva. Hoy me siento realizado, quiero que mi vida sea así, deportista, cocinero, anfitrión y al final... recogimiento con mi balcón. Y el viento vuela el humo que sale de mi boca, pero el sabor perdura, y su recuerdo será eterno. Como el de mi balcón, habrá otros mejores, puede; los hay mas atrayentes, como el que tengo enfrente: pero las vistas y el valor sentimental de este balcón lo hacen único. Te hace sentir esa sensacion de plenitud a la que sigue el pensamiento de: aquí moriría agusto. Esa sensación que me impide pensar en moverte de aquí aún sabiendo que el tiempo me separará de él, y hasta de la ciudad, todo ello para bien. A veces saber qué es lo correcto complica las cosas, otras no sirve para nada. No es mejor el que sabe qué es lo correcto en cada momento, sino el que hace las cosas lo mejor que puede. Y aunque me vaya de mi balcón, o tenga que vivir privado del placer de tener uno, siempre tendré las terrazas, en Herrera, en París o dónde sea.

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