I Don't Feel Like Touching Her No More.

Cuando llegas al punto de no retorno, no debes mirar atrás esperando ver lo que has dejado. Es mejor sentarse y esperar a que llegue otra persona para poder seguir acompañado. Y así es posible entrar en un estado catatónico y a la vez idílico, que es algo que poca gente se puede permitir: los amplios de horizontes y los ricos aburridos y desvergonzados. El resto no contamos ordinariamente para este tipo de experiencias.

Nadie tiene por qué averiguar qué o quiénes hemos sido o vayamos a ser, pero el afán por conocer y por inmiscuirnos en otras vidas (y así olvidar la nuestra) es un manipulador incontrolable que es movido por la envidia y la lujuria. La sociedad nos hace desear lo que el otro tiene, admirar lo que vemos lejos y, a su vez, odiarnos a nosotros mismos. Pero eso no tiene por qué ser malo en absoluto.

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